El matrimonio de Viviana y Eduard en Bogotá, Bogotá DC

La crónica de nuestro matrimonio

Hola. Ese día madruguemos a la peluquería para hacernos manos y pies, luego Julián Olaya llegó a mi apartamento para arreglarme (peinado y maquillaje) y Eduard se fue a casa de sus padres. Estábamos nerviosos y las horas se hicieron eternas, luego él se dirigió unas horas antes al Mirador de Los Rosales, y fue un tanto frustrante pues varias de las cosas acordadas no habían sido realizadas como la capilla al aire libre, colores en la decoración, el número de botellas de whisky, logística, etc.. Sin embargo, ya no había nada que hacer.

Me recogió el carro de novia y tuve que esperar unos instantes antes del ingreso, y ahí comenzó la magia. Sonó la marcha nupcial y entré, creo que los nervios no te permiten ver todo, pero es genial, hubo errores durante la ceremonia, gritos de los trabajadores, sonido fuera de todo, pero nuevamente nada que hacer, luego inició la celebración, y fue muy agotador pues el animador ni el fotógrafo nos permitieron sentarnos un instante, tuvimos que pedir la cena ya que mientras todos comían nosotros hacíamos actividades, y ahí fue el único momento quietos para comer, pero de una nuevamente nos llamaron.