El matrimonio de Oswaldo y Juliana en Medellín, Antioquia

La crónica de nuestro matrimonio

Y se llegó el día.

Los nervios sin duda ahí estaban. Madrugamos mucho porque se celebraba en la mañana. Empieza uno a saber por causa propia de todo lo que te dicen los que ya se casaron, sí empieza uno a olvidar cosas básicas como el desayuno, pero no tiene uno cabeza para nada, solo quiere que todo salga bien, le dan ganas a uno de dividirse e ir a mirar cómo está la recepción, como están en la iglesia, qué tal va el novio, en fin.

La maquilladora llego muy temprano y empezamos con el maquillaje y peinado. Después llegó el transporte para ir a casa de mi mamá para el vestido. Hasta el momento, de tiempo estaba bien, mi mamá estaba muy nerviosa y eso como que me ayudó para que a mí se me pasaran mis nervios de novia y empecé ayudar a mi mamá con los de ella. Empecé a retrasarme y empecé a entender porque es que siempre la novia llega tarde. Ya estaba 20 minutos tarde, mientras tanto el novio esperaba en la iglesia muy nervioso.

Mi entrada me encantó, tal cual la quería un pequeño problema con la música de la entrada, pero en realidad ya nada importaba, no me estresó para nada, solo quería caminar y llegar ya donde mi novio (ahora esposo). Mientras caminaba veía la cara de todos los ojos sobre mí, yo solo sonreía, pero cuando al fin estaba llegando y vi el novio vi las lágrimas que tenía al verme me conmovió mucho, y los aplausos de los invitados cuando por fin me entregaron a quien sería mi esposo, ¡que felicidad!