El matrimonio de John y Jennyfer en Funza, Cundinamarca
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J&J
15 Ago, 2022La crónica de nuestro matrimonio
El año de nuestro matrimonio fue una locura. Veníamos de una crisis económica por la pandemia y mi esposo se quedó sin trabajo. Teníamos unos cuantos ahorros, pero no los suficientes para llevar a cabo una boda. Los precios estaban elevados por la crisis económica del país.
Decidimos ir paso a paso. Lo primero que hicimos fue separar el lugar (Hacienda Santa Inés la Punta). Revisamos costos de una boda tipo picnic y vimos que se podía ajustar a lo que teníamos en ese momento. Decidimos hacerla así, pero se salió todo de control. En un momento, los encargados del picnic subieron los precios. Los dueños del lugar nos informaron que en el año no había parado de llover en la hacienda. Asimismo, la comida había subido. Todo lo que teníamos organizado se fue en picada y quedaban dos semanas para la boda. Ya habíamos invitado a las personas. Nos sentamos con mi esposo, con la ilusión de casarnos, pero sin los recursos y sin nada organizado. Elevamos una oración a nuestro Señor Jesucristo. Le pedimos que fuera Él quien nos casara. Finalmente, aunque fuera solo unas palabras y un acepto, sabíamos que queríamos hacerlo.
Seguir leyendo »Días después de esa oración, me llama la nueva administradora de la hacienda (ella conocía nuestra situación) a contarme de un paquete que nos podía ofrecer solo a nosotros. No sé cómo explicarles mi felicidad. Yo lloraba y le decía que sabía que Dios nos estaba regalando eso, porque no tenía otra explicación. Esta bella mujer nos ayudó en todo. La decoración fue bastante hermosa, sencilla con un toque minimalista y muy elegante. El sonido, la ceremonia, cada parte del evento. Ella, usada por Dios, hizo que el día de nuestra boda fuera perfecto. Una amiga de mi esposo nos cocinó. Es uno de los platillos más deliciosos que he probado. Fue tan hermoso todo. Cada detalle, cada momento, fue como un sueño hecho realidad. El mejor momento fue la ceremonia. Es una de las pocas veces que he visto llorar a mi esposo. Nos mirábamos fijamente con ese "lo logramos" en la mente. Fue tan significativa la ceremonia. Mi hermana cantó alabanzas a Dios que lo fueron todo. La expresión máxima de ese cordón de tres dobleces que se estaba uniendo. Me llevo tatuado ese momento en mi ser. Fue uno de los votos de mi esposo. Es algo que yo también sentí. La mayoría de invitados lloraba. Se sentía la manifestación de Dios en el aire. Cada momento fue tan valioso, tan hermoso, tan significativo. En nuestra boda, todo tenía significado. Cada momento nos recordaba una parte de nuestra unión.
Al salir del altar, ver la sonrisa de los invitados y tomar a mi esposo de la mano, fue un: "¡Lo hicimos!" Y si Dios se manifestó así en el inicio, lo hará en todo el tiempo, en el que perdure nuestra unión. Todo fue mágico, todo fue hermoso. Nunca olvidaré la mirada de mi esposo esperándome en el altar y esa ilusión que se respiraba en ese lugar. Gracias a Dios por hacer todo posible, por usar tantas personas y por acompañar este precioso y significativo momento que quedará en registrado en los milagros y sueños que realiza un Padre a sus hijos que lo aman.
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