El matrimonio de Jairo y Vanessa en Cota, Cundinamarca

La crónica de nuestro matrimonio

Mi camino hacia el altar empezó cuando conocí y me enamoré de un hombre maravilloso, servicial, comprometido, centrado, divertido... Y en fin acá me puedo quedar.

El tiempo de Dios es perfecto. Éste era el momento y él, el indicado. Con absoluta certeza puedo decir que lo que quiero de ahora en adelante, es hacer feliz a mi esposo siendo feliz en mi hogar. Al fin y al cabo dos años de convivencia y un hijo son razones más que suficientes para bendecir está unión.

Y bueno a lo que vinimos, 12 de noviembre. Se llegó el día. ¡Qué emoción! Todo estaba listo. Nos despedimos en la mañana con la firme esperanza de vernos en el altar. Todo iba perfecto, Excepto que mi vestido por encargo ¡nunca llegó! Para morirse. Así que vamos bien, aunque mi argolla había quedado mal grabada, mis aretes se dañaron, mis zapatos se achicaron (o mis pies se hincharon) y como resultado de tanto estrés: acné, insomnio, ojeras.

Pero el gran día avanza. Y horas antes del gran sí mi estilista en un trancón. Casi lloro. Pero hizo magia, quedé hermosa (más de lo que soy). Así que estamos casi listos, mi papá presionando para que saliéramos, mi mamá vistiéndome en una mezcla de nostalgia y alegría, y un refrescante aguacero cayendo de repente.