El matrimonio de Guillermo y Camila en La Calera, Cundinamarca

La crónica de nuestro matrimonio

¡Hola!

Casi después de un año del gran día ingreso otra vez a la plataforma que cree con tanta ilusión.

Después de muchos trámites, detalles, diligencias, llegamos al rincón de Teusacá, yo a las 10 am porque me iba a arreglar allá. Llegué con mi mamá, mi hermana y mi grupo de estilistas de Diana Zuleta que pusieron en mi carita tal cual lo que quería. Ese día antes de irnos para la hacienda, Guillo me hizo llegar los abuelitos de Up como inicio a nuestra aventura. Lo amé, y yo le envié una caja de corazón con los votos que no fui capaz de decir en frente de todos.

Los invitados empezaron a llegar como a las 3, y yo los veía por la ventana muerta de nervios, y aún peor cuando vi a Guillo y a sus papás esperándome en la puerta de la iglesia, ¿será que sí estaría tan linda como esperaba estar para él? En esos momentos antes de salir, llovía de una manera torrencial, y Dios que es increíble, hizo que apenas me paré en la puerta para salir ya un poquito tarde, porque la ceremonia estaba dispuesta para las 4 y tal vez ya faltaba un cuarto para las 5 (las que ya pasaron por esto saben que para todo es un protocolo, y la idea es no retrasarse, pero ni modos). Salí y estaba feliz de ir del brazo de mis papitos, que estuvieron muy pendientes en todo el proceso. Antes de llegar a él nos recibió el cura, ya que él tenía por tradición, que los papás entregaban a sus hijos ahí y ellos seguían solos desde la puerta de la iglesia hacia el altar, como muestra de que era una decisión que habíamos tomado juntos y solitos caminábamos hacia Dios.