El matrimonio de Goyo y Mile en Funza, Cundinamarca

Al llegar sus padres, él se dispuso a perfilar su barba, revisar su traje y con ayuda de las manos sabias y amorosas de papá y mamá se ajustaron los botones y corbata del novio y de nuestro hijo. Ya listos, el novio y el hijo, se sonrieron y se dieron la mano, se miraron a los ojos y se dijeron con sus miradas el amor que se tienen y la felicidad que los unía, ver a su novia y madre caminar hacia el altar radiante y feliz, mientras tanto flash del fotógrafo y videógrafo plasmaban cada momento.

Cerca de las 11:30 am ya peinada y maquillada, 6 hermosas y elegantes damas de honor y 2 pajecitas, de las cuales 7 eran sobrinas, junto con la madre de la novia ayudan a la emocionada y sonriente enamorada a colocarse su vestido soñado… blanco radiante, corte princesa, corsé, aretes y bordados adornaron su sueño más anhelado.

Ya lista la novia, ingresa a la habitación su padre y al verla sus ojos dejan rodar una gota de emoción, ella se pone de rodillas para recibir la bendición de ese hombre que de niña la llevaba de la mano al cruzar las calles. Juntos padre y madre piden a Dios por su hija y por su hogar, que va a ser bendecido y consagrado ante Dios.

Mientras tanto, fuera de la casa llueve fuertemente, el reloj corre y el sacerdote se retrasa, la tensión aumenta, pero el fotógrafo disipa la angustia con la lente de su cámara y desde cielo Dios disipa la lluvia corriendo las nubes a otro lugar.

Con una hora y media de retraso se inicia el camino hacia la felicidad. Damas vestidas de rojo, padres, padrinos, pajecitas y novia atraviesan el caminito de piedra hasta llegar al romántico altar… lleno de rosas y enredadera, fresca brisa, rayos del sol y un elegante novio con el ramo al final. Suena un saxofón y aplausos anunciando el momento feliz. Todos sonríen y fijan su mirada en mí, estoy nerviosa, me muerdo los labios, camino lento y disfruto de ese momento. Se siente muy bien.

Por fin mi padre me entrega al hombre que ha sido mi apoyo, mi compañía y mi amor por 18 años y la felicidad de verlo me embarga por completo. Lo beso, lo abrazo y nos tomamos de la mano para continuar caminando hacia el altar Inicia la ceremonia y cada minuto se hace mágico, 45 minutos después ya somos esposos, ya nos damos un beso santo y somos para Dios marido y mujer. Felices y emocionados familiares y amigos aplauden y nos abrazan, se regocijan por nuestra felicidad.

Al terminar la ceremonia, hacemos sesión de fotos alrededor del Humedal, más romanticismo, más besos y todo el amor y la felicidad. Avanza la tarde, brindis, buffet y baile, los invitados se divierten, comparten y celebran el amor, el amor de esposos, de padres, de hermanos y sobrinos y el amor fraternal de los amigos. Celebramos la vida y la dicha de encontrarnos reunidos.

Al llegar la noche se finaliza este bello cuento con explosivos destellos y luces de colores en el cielo dejando así un recuerdo imborrable en la memoria de todos.

#CumplimosNuestroSueño