El matrimonio de Didier y Ana en Chía, Cundinamarca

Finalmente el sonido, como vivimos fuera de Bogotá y la fiesta iba a ser en nuestro conjunto en Sopó, cualquier transporte es súper costoso, así que llegamos a conocer a Andrés de Big Sound, ubicados en Zipaquirá.

Todos nuestros proveedores, súper recomendados, así como la página de matrimonios.com.co sin su ayuda, la verdad no hubiera sido tan placentera la organización del nuestro matrimonio.

Ahora sí, llegado el gran día nos dispusimos con mi esposo y mi hijo a ir el viernes a la última confesión donde el Padre como novios, para así llegar limpios a nuestro día especial, pensamos en acostarnos súper temprano y descansar, finalmente por temas logísticos resultamos un poquito pasados de la hora acordada, pero aun así logramos conciliar el sueño.

Sonó la alarma a eso de las 6:30 de la mañana, con los primeros rayos del sol se levantaron los nervios y la ansiedad, pero asimismo, la seguridad de que la decisión que tomamos fue la mejor, estamos destinados por Dios a vivir este sacramento eterno.

Mi casa estaba llena de familiares que venían de fuera de la ciudad y del país, las señoras que nos iban a arreglar comenzaron a alistar a mis tías y primitas, mientras tanto, los camarógrafos y fotógrafo nos seguían como una sombra, no perdieron detalle de todo lo que decíamos y hacíamos.

Tanto fueron los detalles que captaron los camarógrafos, que pasé por la pena de que todos conocieran mis habilidades para el dibujo, hice un mapa de la organización de las personas en la iglesia, pero la verdad fue todo un fracaso, entre bolitas, rayitas y letra de niña de 5 años mi esposo no entendió nada.

Cuando llegó el momento de separarnos para alistarnos me entraron más los nervios, dicen que mi esposo lloró contando nuestra historia, que su mamá hizo varias tomas para el momento de la bendición porque de la emoción decía muchas cosas, y que mi mamá ayudando a acomodarle las mancuernas lo hizo llorar.

Yo en medio de la peinada y la maquillada pude contar muchas cosas, como nos conocimos, historias chistosas que hemos tenido, y también encomendando el día de nuestra boda a la virgencita María con un rosario, fueron transcurriendo las horas y cada minuto que pasaba era uno menos para encontrarme con el hombre de mi vida.

El reloj marcó las 3 de la tarde, hora de que mi esposo se fuera para la iglesia, yo ya había pasado por peinado y estaba terminando el maquillaje, la idea era salir a las 3:30 hacia la iglesia, pero no fue así, nos retrasamos un poquito, como 15 minutos, mi mami, como todas las mamás, me ayudó a poner el vestido, me dio su bendición y me dijo que me había dejado una sorpresa, y que sorpresa, un carro divino que venía por para llevarme a la iglesia.

Nos subimos mi hijito, dos primitas que fueron pajecitas, una dama de honor y mi papá, mientras el recorrido, otra dama de honor en la iglesia me preguntaba por mi esposo, él todo elegante se había a colocar un letrero guiando a la iglesia a los invitados, letrero que aun hoy se encuentra en el mismo lugar donde lo dejó.

Camilo, el conductor del carro llegó pitando a la iglesia, sentirme observada fue muy penoso, yo solo me reía, mientras yo esperaba a bajarme y entrar a la iglesia, mi esposo estaba en la mitad del pasillo hacia al altar, esperándome, ya no era a una amiga o una familiar, era a mí a la que esperaba el hombre más especial.

Comenzaron a entrar las damas de honor, que entraron como si estuvieran en maratón, súper rápido, luego venían dos pajecitas que iban con los votos, y atrás mi hijo con las argollas y otra pajecita, de últimas mi papá y yo, solo pude fijar la mirada en mi futuro esposo, no había nadie más para mí en ese momento, nos abrazamos con mi papá y ambos lloraron, yo la más sonriente, no hice sino sonreír.

Mi hijo en medio de su emoción casi se desmalla, tocó darle agua para que se calmara, comenzó la ceremonia presidida por nuestro guía espiritual el Padre Guillermo, una homilía espectacular, en donde nos hablada de la diferencia de dar de lo que nos sobra y dar de los que realmente tenemos, dar el todo los unos por los otros.

El momento de los votos fue el momento más especial de todos, mi esposo llamó también a mi hijo, sus promesas no fueron solo para mí, sino para mi hijo, Dios y para mí, nos confirmó que a través de lo que haga por nosotros vamos a conocer más y más del amor de Dios, y que somos para él la manifestación de amor de Dios por él.

El primer beso, como describirlo, tanta emoción, tanta alegría y celebración de la vida en un solo acto que sella el pacto que acabábamos de hacer, los aplausos y el llanto de felicidad de mi pequeño hijo fueron un motivo para comenzar a celebrar.

Nos fuimos a celebrar con todas las de la ley, primero las fotos, luego el protocolo, palabras de ambos, de mi hijo, de mi papá y una hermana de mi esposo, la cena y el ponqué.

Durante meses ensayamos una coreografía de varias canciones entre los 3, mi esposo estaba nervioso y esperamos a que llevara un poco de música la fiesta, al comenzar a bailar todo el mundo se emocionó, nos aplaudieron mucho y motivaron a mis dos hombres a bailar.

Las sorpresas de la noche, un video para mi esposo y un video de él para mí, son esos detalles que siempre nos recordarán lo lindo que fue este día para nosotros, que quedará en el recuerdo pero con los mejores momentos. (Adjunto el link) https://www.youtube.com/watch?v=rVwN6WTnvi4

https://www.youtube.com/watch?v=ik8vc0nbXBc

Se acercó la hora de partir a Bogotá a pasar la noche de bodas, todos muy contentos y agradecidos se fueron también a sus casas, nosotros viajamos al día siguiente a San Andrés, y con todo el embolate ni tiempo de alistar bien maleta tuve, así que con lo que había empacado me fui.

Detalles como marcar las mesas con nombres de advocaciones de la Virgen o de canciones chistosas hicieron el momento de las fotos más divertido, pasar una lista de reproducción al DJ con la música que más nos gusta, no rifamos una liga, sino el rosario que llevaba en la mano al momento de entrar a la iglesia, todos esos toques que hacen de cada matrimonio algo diferente.

Organizar este matrimonio juntos fue una experiencia muy nutritiva para la relación, los hombres deben mostrar el interés, porque no todo depende de las mujeres, finalmente es un día de los dos.

Así fue con mi esposo, cada uno con sus gustos y con su punto de vista logramos organizar un evento que a todo el mundo le gustó, y más a nosotros, todo fue perfecto y más hermoso de lo que lo imaginamos, cuando te reúnes con los seres queridos el cielo se alegra al ver que la vida tiene sentido alrededor de un sacramento, un pacto con Dios, una alianza de 3.

¡Con mucho cariño Ana y Didier!

Nos les dejamos fotos en alta resolución por que no las hemos podido recoger, dejamos las captadas por nuestros invitados.