El matrimonio de Carlos y Pia en Cali, Valle del Cauca

Así que todo el tiempo estuvimos coordinados, avisando que íbamos a salir o a pasar por algún lugar, haciendo cualquier tipo de señal, para así evitar vernos, quería que se sorprendiera cuando me viera caminando hacia el altar, así que ya se imaginarán el corre corre que teníamos, además de mi angustia para que no me viera vestida antes de.

Debo confesar que todo el tiempo estuvimos muy tranquilos, él por su parte, y yo por la mía, tuvimos tiempo hasta para almorzar. Las horas iban pasando y se acercaba el momento de salir del novio... yo, no me quedé con las ganas de verlo así que le eche una "ojeadita" por la ventana, debo confesarles que lo vi ¡muy guapo! dije "waoo" allí va el amor de mi vida.

15 minutos después, salí de mi casa, iba acompañada de mi madre, mi abuela y mis dos nanas de toda la vida, en ese momento iba pensando: "será que ya todos los invitados llegaron? cómo habrá quedado la decoración? ya todo estará listo? Y si me caigo mientras camino? en fin, son miles de pensamiento que se me vienen a la cabeza.

Llegó el momento de bajar del carro, sonó la marcha nupcial, iba agarrada de la mano izquierda de mi padre, vi todo hermoso, todos los invitados con sus celulares y cámaras listas, mis pajecitos iban delante de mí, mi corazón estaba a mil, el lugar estaba como lo soñé.

Veo a mi futuro esposo llorando agarrado de la mano de su madre, mi padre me entregó, después mi suegra me abrazó y me dijo muchas cosas hermosas, mi padre abrazó a Carlos y cruzaron algunas palabras, llegó el momento de abrazarme y saludarme con mi futuro esposo, un momento emotivo y especial que jamás olvidaré, "estás hermosa mi negra linda" junto a estas palabras lágrimas rodaban por sus mejilla.

Caminamos juntos al altar, la ceremonia duró aproximadamente 1 hora, después de declararnos marido y mujer, iniciamos nuestra sesión fotográfica, aprovechamos el tiempo antes de que se ocultara el sol.

Siendo aproximadamente las 5:30 de la tarde, llegó el momento del brindis, mis padres, mis suegros y nuestros padrinos fueron los encargados de correr más de una pestañina, y arruinar más de un maquillaje, incluido el mío, fueron palabras que salieron del alma, llenas de amor y luz para la nueva familia que empezábamos.

Después del brindis abrimos la pista con nuestra canción: Mi bendición de Juan Luis Guerra, quisimos ponerle nuestro propio sello al matrimonio y no bailar el clásico vals.

Llegó el momento de la cena, fue un pollo con champiñones deliciosísimo, con papa a la crema, arroz verde, ensalada tropical y postre de maracuyá.

Llegando las 10:00 de la noche, fue finalizando todo, ya que decidimos hacer una recepción, más no una fiesta, creemos firmemente que el matrimonio no se resume en una boda, es una unión para toda la vida que jamás dependerá de cuán grande haya sido tu fiesta.

Para finalizar debo confesar que todo fue como lo soñamos, la decoración fue vintage donde manejamos un paleta de colores pasteles, el banquete estuvo delicioso, los recordatorios fueron unas suculentas pequeñas con un mensaje personalizado, toda la logística estuvo maravilloso, definitivamente fue uno de los mejores días de nuestras vidas.

Posdata: Ofrezco disculpas si algunas palabras están mal escritas, escribimos nuestra crónica por fuera de Colombia, lo que implica que el teclado de los computadores y gramática es diferente, hemos hecho nuestro mayor esfuerzo por escribir un texto con el mayor amor y respeto para todo el que nos lea.

Gracias por vivir y dejarte contagiar por la aventura del amor. Con mucho cariño se despide la familia Benavides Mejía.