El matrimonio de Carlos y Milena en Cota, Cundinamarca

Mi mamá, mi suegra, mi hermana y la niñera, me ayudaron a paladear el niño mientras yo me ponía linda y bueno, los nervios empezaron a cumplir con su trabajo... temblaba mientras me peinaban y no me explicaba por qué...

¡Finalmente llegó la hora! De camino al lugar donde nos casaríamos empecé a repasar que nada faltara y a hacer las últimas recomendaciones a mis familiares. Mi esposo me llamó y me decía que faltaban algunas personas cercanas y además el padrino llamó a decir que no iba alcanzar a llegar a la ceremonia porque se había enfermado... ¡Dios! ¡Otra cosa que se salía de mi control! ¡No importa! Delegué otro padrino que luego nos deslumbró con su discurso...

Cuando hice la entrada al altar, me di cuenta que varios de los detalles que yo había planeado en la decoración no eran como yo los había escogido... de todas formas todo se veía maravilloso y ni siquiera quise reclamar. Luego, cuando tuve que leer mis votos, aun cuando los había leído miles de veces, no pude contener las lágrimas de la emoción y no podía seguir hablando mientras mi voz se quebraba... fue un momento sublime. Las palabras de mi esposo me llegaron al alma y me sentía tan feliz de tener esa familia con él y sellar nuestro compromiso con la boda.

Lo que vino después estuvo espectacular, mi hijo pasó la noche alzado por su niñera, muy juicioso, como si supiera lo importante que era para mí estar feliz.

¡No cambio ese día por nada! Fue muy corto, ¡pero lo disfruté al máximo!

La gran enseñanza para mí, es que aun cuando disfruto tanto planeando, si las cosas no salen tal cual como las planeé, ¡no importa! Lo importante es el sentido de las cosas... ¡Yo me sentí la novia más feliz y eso hizo que fuera la más linda!

Días después los invitados solo decían que había sido mágico nuestro matrimonio y sé que esto fue gracias a Dios y al amor que le pusimos a cada detalle.

Gracias a Matrimonio.com.co, ¡hicieron que el proceso fuera soñado y organizado!