El matrimonio de Andrés y Natalia en Medellín, Antioquia

Se llegó la hora de que me recogieran y sí que aumentaron mis nervios pues venía muy tranquila hasta que me monté al carro. Cuando llegamos me tocó esperar casi 30 minutos porque creo que algunos invitados no habían llegado y los estaban organizando en las mesas, pues la ceremonia fue en la misma recepción. Durante esa media hora tuve un zoológico gigante jugando en mi panza de tantos nervios que tenía. Cuando por fin podía entrar llegamos a la entrada del salón en el carro y mi pajecita, damas de honor y mi padre esperaban a la salida por mí. Tomé el brazo de mi padre y mi madre al otro lado e iniciamos la entrada (a cada uno nos entregó padre y madre, quisimos algo muy familiar). Mientras entraba vi su mirada llena de amor y me saltaba el corazón de alegría y emoción al ver que nuestro sueño se estaba cumpliendo. Al llegar y estar frente a frente nuestros padres hicieron la entrega con emotivas palabras acompañadas de lágrimas por parte de todos, incluyendo algunos invitados, luego lo tomé del brazo y continuamos nuestro camino al altar.

Una vez en el altar el pastor dio sus palabras, hicimos la ceremonia de la arena y luego el intercambio de anillos para finalmente ser declarados marido y mujer. Confieso que a la hora del beso me dieron muchos nervios y no supe que hacer, pero mi esposo sabía perfectamente que hacer y tomó mi rostro con muchas ganas y me dio un super beso, el cual obvio correspondí, pero con muchos nervios.

Durante la recepción todo fue muy especial, los invitados estaban encantado con la comida, la decoración y todo lo que hubo, no podrían faltar las fotos con todos, de los novios, rifar a la liga y el yugo... Todo fue espectacularmente maravilloso y mágico, no cambiaría nada de mi gran día.

En resumen, de todo lo que hablé, tuve la gran boda de mis sueños y llenó mis expectativas más de lo que esperaba.