El matrimonio de Andrés y Leydy en Sabaneta, Antioquia

Cuando llegaron mis padrinos y madrinas de boda, igual que cuando llegó el novio, en ese momento empezaron los nervios y la felicidad a salir a flote.

Llegó el momento de salir, para mi era muy importante que papá y mamá me entregaran y así fue, los dos me acompañaron al altar mientras en el fondo sonaba la marcha nupcial interpretada por un excelente saxofonista, donde estaba mi futuro esposo muy sonriente, yo estaba muy nerviosa. Como soy algo sentimental temía llorar, pero mi entrada fue muy divertida ya que mis pajesitos iban en un carrito y el niño empezó a llorar horrible porque estaba asustado y eso hizo de la entrada algo divertido y no hubo lágrimas, bueno, solo las de mi hermana Luisa que al igual que yo es super sentimental y ni el carrito la entretuvo.

Llego el momento de la ceremonia, un momento solemne donde Dios bendijo esta nueva etapa y pasaría a ser el centro de nuestro hogar, nos dedicamos unas palabras, nuestro beso, nuestra primera oración como esposos, firmamos los papeles, y salimos felices, hubo muchas felicitaciones, fotos y ya era hora de pasar al lugar de la recepción, las personas se ubicaron en sus mesa, hubo un coctel de bienvenida, postres, aguas frescas, el brindis, estación de fotos instantáneas, la comida, mientras eso sucedía nosotros estábamos en la sección fotográfica, en realidad a uno ese día se le va volando, cuando menos pensamos ya se había acabado todo, la gente se fue feliz, la despedimos y nos preparamos para salir a nuestra luna de miel.